No hay fórmulas para la socialización. La convivencia con otros es complicada. Más aún cuando se comparte el espacio físico, claro, y los problemas que en él también hacen vida. De ahí la complejidad de la convivencia con los vecinos. ¿Lo mejor? Contar con un aliado que se encargue de los problemas y enfocarnos solo en compartir lo bueno.
Sí, también hay cosas buenas de los vecinos: la solidaridad, poder contar con alguien de confianza que termina convirtiéndose –casi- en parte de la familia, alguien que siempre está cerca y con quien contamos para las alegrías y las penas.
Lo menos bueno: convivir; coexistir en un espacio susceptible a problemas, estructuras y temas comunes que hay que tratar obligatoriamente para alcanzar el bienestar general.
Lo cierto: a lo largo de nuestra vida, y salvo excepciones, deberemos convivir con vecinos de nuestra comunidad. Los encuentros en la escalera, el garaje, el ascensor, o cualquier otro espacio común, están a la orden del día. Ser educados con los vecinos, aunque no sean de nuestro agrado, evita problemas y facilita la convivencia. Hay que intentar ser amables siempre.
La norma: la vida en comunidad, como en toda sociedad, está regulada por ciertas obligaciones y deberes. Si no se está de acuerdo con alguna decisión que afecta la vida común, debe manifestarse por los canales regulares, pero no sabotear las decisiones colectivas. Hay que sacar la basura de acuerdo a las normas establecidas, limpiar los espacios comunes que corresponda, cerrar la puerta del portal y del garaje, etc. El incumplimiento de estas normas acaba siendo la causa más común de los conflictos.
La convivencia debe estar marcada por el respeto y la amabilidad. Es clave tener conciencia de que nuestros derechos terminan justo en donde comienzan los del vecino. En este caso, no podría ser más literal. No debemos hacer a los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran. Además del cumplimiento de las normas generales establecidas de mutuo acuerdo en la comunidad, controlar los niveles de ruido, mantener en privado la intimidad y no violar la de los vecinos, respetar la correspondencia, resolver los problemas por los canales regulares y no encarando a los vecinos de mala manera, ser considerados con los horarios de los demás, cumplir las normativas que en cuanto a mascotas existan, ser amables y mantener un trato cordial, son elementos que contribuyen a una mejor convivencia.
La calidad de vida que vaya a tener un edificio, residencia o condominio, dependerá de la disposición y respeto que cada vecino tenga ante los demás habitantes de la comunidad.
Cualquier decisión que deba tomarse en un edificio debe pasar por el consenso vecinal. Cuando las decisiones acarrean tiempo y dinero para los vecinos, la situación suele complicarse. Los seguros de comunidades permiten contar con un fondo destinado y procedimientos claros establecidos para enfrentar muchos de esos problemas que afectan la vida de todos en una comunidad.
Un seguro de comunidades es un producto multirriesgo que cubre los imprevistos a los que se ve expuesto el edificio en el que vivimos. Incendios, aguas en conducciones generales (comunes o comunitarias), responsabilidad civil, etc. Son pólizas claves para protegernos de daños mayores que pueden afectar a muchos vecinos dentro de una comunidad.
Un seguro de comunidades está hecho a la medida de los ¨males mayores¨ y debe incluir solo las partes comunes o comunitarias. Para proteger cosas particulares en cada vivienda, la mejor herramienta es el seguro de hogar.
Estamos acostumbrados a oír que los problemas con ¨el de al lado¨ comienzan cuando se le toca el bolsillo. Contar con un seguro de comunidades es una garantía de la resolución de múltiples problemas, con un solo desembolso. La Comunidad se encarga de su gestión y los vecinos pueden dedicarse a compartir los buenos momentos y apoyarse.
Para encontrar las mejores pólizas para comunidades, nosotros os ayudamos.
Más en @AdvansBrokers.
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!